Este artículo explora la evolución de los robots de vigilancia en los últimos 50 años, destacando sus beneficios actuales, desafíos y resaltando algunos casos de éxito.
En la década de 1960, se desarrolló Shakey, el primer robot capaz de comprender y razonar sobre su entorno. Este hito en la robótica e inteligencia artificial fue construido por un equipo de ingenieros en el Stanford Research Institute y financiado por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés). Shakey podía crear mapas de su entorno y calcular de forma autónoma la ruta más corta entre dos puntos. Su algoritmo de búsqueda, conocido como ‘Search Algorithm A’, posteriormente se convirtió en un componente crucial en el sistema de navegación del rover Curiosity en Marte en 2011.
Hoy en día, los robots de vigilancia han avanzado mucho. No solo reconocen su entorno y obstáculos, sino que también cuentan con cámaras de alta resolución, sensores de movimiento y temperatura, y otras características avanzadas para anticipar posibles amenazas. Un ejemplo destacado es Yellow, un perro robot desarrollado por Prosegur Security. Yellow se integra con otros dispositivos de seguridad, utiliza tecnología 5G para advertir rápidamente sobre amenazas y cuenta con sistemas de análisis para detectar elementos sospechosos y generar alertas. Incluso puede escoltar a las personas y moverse por escaleras, mostrando los avances en movilidad y funcionalidad.
Otra historia de éxito es la del RB-WATCHER, un robot móvil autónomo diseñado por Robotnik para fines de seguridad y vigilancia en entornos interiores y exteriores. Este robot ofrece seguridad continua, ya que opera sin interrupciones, eliminando el factor de fatiga experimentado por el personal de seguridad humano. Además, registra y analiza datos en tiempo real para detectar patrones y mejorar los protocolos de seguridad, lo que permite la prevención proactiva de peligros y la detección futura de amenazas.
Sin embargo, el crecimiento de los robots de vigilancia y seguridad también plantea desafíos éticos. La recopilación masiva de datos personales genera preocupaciones sobre la privacidad y un posible uso indebido. Por ejemplo, la tecnología de reconocimiento facial utilizada por los robots, como la desarrollada por BAACI en Beijing, puede provocar discriminación o identificaciones erróneas. Además, el uso de sistemas de crédito social, donde las acciones de las personas son monitoreadas y se restringen sus privilegios según su comportamiento, plantea interrogantes sobre la libertad y la equidad.
Los robots de vigilancia no solo son propensos a dilemas éticos, sino que también son vulnerables a ciberataques por parte de hackers. Para garantizar su efectividad y seguridad, es necesario implementar medidas sólidas para protegerse de los cibercriminales que buscan explotar estos dispositivos.
En conclusión, la evolución de los robots de vigilancia ha traído avances significativos en seguridad, permitiendo una vigilancia continua y proactiva, análisis de datos y prevención de peligros. Sin embargo, es necesario abordar consideraciones éticas y desafíos de ciberseguridad para garantizar el uso responsable y efectivo de estas tecnologías.
Fuentes:
– Stanford Research Institute
– Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA)
– Prosegur Security
– Robotnik