La bio-computación, una vez un concepto limitado a la ciencia ficción, es ahora una realidad. A medida que esta tecnología continúa avanzando, es importante considerar las implicaciones éticas e investigar y aplicarla de manera responsable. Un grupo de expertos internacionales, incluyendo a los inventores de DishBrain, se han asociado con bioéticos e investigadores médicos para abordar este problema.

El autor principal, el Dr. Brett Kagan, Científico Jefe de Cortical Lab, enfatiza la necesidad de un enfoque más amplio al integrar los sistemas neurales biológicos con los sustratos de silicio. Si bien el potencial para un comportamiento similar a la inteligencia es prometedor, se debe asegurar un progreso sostenible.

El profesor Julian Savulescu, Cátedra Uehiro de Ética Práctica de la Universidad de Oxford, resalta la urgencia de determinar respuestas prácticas con respecto a lo que se considera consciente o humano en el contexto de la tecnología actual. El artículo reconoce que hay varias formas de describir la conciencia o la inteligencia, cada una con diferentes implicaciones para los sistemas inteligentes basados en la biología.

También se cuestiona el estatus moral de los bio-computadoras. El artículo hace referencia al filósofo Jeremy Bentham, quien argumentó que la capacidad de razonar o comunicarse no es el factor determinante, sino más bien la capacidad de sufrir. Simplemente mostrar una inteligencia similar a la humana no otorga necesariamente estatus moral a las computadoras basadas en la biología.

Si bien el artículo no pretende responder todas las preguntas éticas en torno a los bio-computadoras, proporciona un marco de referencia inicial para garantizar una investigación y aplicación responsables. También se mencionan los desafíos y oportunidades éticas presentados por DishBrain, especialmente en relación con la mejora de nuestra comprensión de enfermedades como la epilepsia y la demencia.

El impacto potencial de la bio-computación es significativo, ya que ofrece una alternativa más eficiente en términos energéticos a los dispositivos de computación tradicionales basados en silicio. Mientras que las supercomputadoras consumen millones de vatios de energía, el cerebro humano utiliza tan solo 20 vatios. Al explorar la bio-computación, podemos abordar las preocupaciones ambientales asociadas con las emisiones de carbono de la industria de tecnología de la información.

En conclusión, este artículo proporciona una base para las consideraciones éticas en el campo de la bio-computación. Se enfatiza la necesidad de una investigación y aplicación responsable, al tiempo que se destacan los beneficios y desafíos potenciales que esta tecnología presenta.

Source: Cortical Labs, Biotechnology Advances (paper available upon request)